Ahora que llega el otoño pero parece que todavía aguanta el verano, os traigo una receta con aires exóticos. George Ohsawa y Aveline Kushi ya hablaban del taro, una planta tropical muy popular en la Polinesia Francesa que contiene grandes propiedades energéticas, y posee altos niveles de hierro y calcio. Yo lo he utilizado también para dar una consistencia más cremosa, ya que es muy rica en almidón. También tiene la ventaja de no ser de la familia de las solanáceas como la tradicional patata.
Se puede freír, hornear, asar o hacer al vapor, pero hay que cocinarla siempre, porque si no puede resultar muy indigesta y producir problemas gastrointestinales.
También he utilizado leche de coco. Asegúrate de que la leche de coco que compres sea siempre ecológica y que no lleve más que concentrado de coco y agua. Hay mucho engaño en este sentido: muchas marcas tienen un porcentaje bastante bajo de coco y aseguran la cremosidad a base de añadir gomas (guar, xantana, etc.) o carragenanos. Debería llevar un 80% de coco y agua. Nada más. Yo he usado esta.
Personas: 2 | Preparación: 5 min. | Cocción 25 min. | Dificultad: Baja
INGREDIENTES
- 1 calabacín
- 150 ml de leche de coco
- 1/2 c.c. de semillas de alcaravea
- 2 taro pequeñas
- 1 pizca de sal (o al gusto)
- 1 c.c. de jugo de jengibre
- 1 c.c. de vinagre de umeboshi
PREPARACIÓN
- Pela las taro (tienen una piel vellosa, parecida a la del coco) y límpialas bien debajo del chorro de agua. Verás que sueltan bastante almidón. Córtalas en rodajas finas.
- Lava bien el calabacín y pélalo hasta dejar sólo la parte blanca. Podrás utilizar las tiras de piel después, si quieres, para saltearlas y utilizarlas como acompañamiento. Corta el calabacín en cubos pequeños.
- Pon una olla al fuego, añade un poco de AOVE (aceite de oliva virgen extra). Cuando el aceite esté caliente, puedes añadir las semillas de alcaravea. Esto hace que se potencie el sabor (¡pero cuida que no se te quemen!).
- A continuación añade el calabacín y el taro, rehoga bien unos minutos a fuego medio y añade la sal. Saltea 2 minutos más.
- Ahora puedes añadir la leche de coco, sólo hasta cubrir las verduras. Si te queda muy espeso o quieres una consistencia más suave, puedes añadir agua templada.
- Corrige sabores con un poco más de sal si es necesario.
- Lleva a ebullición y después baja al mínimo y deja cocer unos 25 minutos o hasta que las verduras estén suficientemente blandas. Durante este tiempo se evaporará algo de líquido que tendrás que reponer al final con agua.
- Pasado el tiempo adecuado, llega el momento de añadir más agua si es necesario y corregir añadiendo más sal o vinagre de umeboshi.
- Finalmente añadiremos unas gotas de jugo de jengibre fresco (opcional). Te quedará una crema de un sorprendente color blanco. Puedes decorarla a tu gusto, con algunas semillas de amapola, girasol, calabaza, etc, y un poco de perejil picadito fino.
NOTAS: El vinagre de umeboshi es un natural potenciador del sabor. En realidad no es un vinagre estrictamente hablando, ya que es el líquido que resulta de la fermentación de las umeboshi, así que es salado además de ácido.
Por otro lado, el jengibre ayuda a la digestión y favorece la activación de la circulación de la sangre.
¡Que la disfrutes!